11 septiembre 2006

DUELO O HECHIZO

DUELO O HECHIZO
I.
Aun cuando la noche y el silencio habían inundado el bosque, Arwen corría con antorcha en mano y dispuesta a encontrar lo que buscaba. Llevaba ya un gran camino recorrido. Su largo vestido gris bailaba con el viento, y al compás de su paso apresurado sus mejillas encendidas demostraban que una extraña agitación la conmovía y sus ojos brillantes y llenos de vida buscaban un refugio...
Durante días recorrió las Montañas Grises yendo hacia el sur, hasta el Bosque Negro para llegar al Río del Bosque en Esgaroth. Después se desvió hacia el este, mucho antes de donde se alzan las Colinas de Hierro, para seguir el camino hacia la Montaña Solitaria; nunca bajaba la cabeza, pues con cada paso que daba una nueva fuerza la impulsaba y el aire que soplaba con más intensidad, animaba la llama que encendía el sendero.
Corre nerviosa, acorralada por la presencia de algo que la persigue, no sabe quién es, pero sospecha que gente de Sauron anda tras sus huellas y a cada paso que da, la siguen, la vigilan, la cazan. Ella lo siente, su cuerpo se estremece y sus ojos lo perciben en el viento, pero nunca los ve.
II.
Ya tenía rato que Aragorn caminaba de un rincón a otro del calabozo... sólo una lejana luz alumbraba sus apagados ojos grises, y su cadencioso y lento caminar musicalizaba el silencio. Sus manos blancas (antes bronceadas por los cálidos rayos del sol) abrazaban con furia los negros y decrépitos barrotes, intentando inútilmente crear un resquicio de esperanza.
En un momento, el enojo y la ira inundaban su cansado ser, y golpeando la sucia y vieja pared creía poder escapar de ese encierro; pero minutos después, sus esfuerzos se consumían por el dolor y la fatiga. Una oscuridad casi total era la que reinaba en su celda, pero más absoluta era la soledad que golpeaba insistentemente en su corazón.
Ya no recordaba cuánto tiempo llevaba allí, pero sabía que habían sido varias lunas. Al principio guardaba la esperanza de un héroe y la fuerza de un águila, creyendo poder evitar aquella absurda reclusión; y su varonil belleza aún conservaba un recuerdo de lo que fue: su porte elegante, su larga y encrespada melena, unos rasgos duros pero hermosos. Y sin embargo, esos ojos grises no podían ocultar el devastador estado de su alma... hacía mucho que se habían apagado y el peso de sus pestañas era cada vez más grande.
III.
El sol estaba dando sus primeros rayos, cuando Arwen llegó a un paraje muy singular; estaba todavía a algunos días de llegar a la Montaña Solitaria. El paisaje parecía haber sido sacado de un sueño en medio de tanta desolación... había árboles cuajados de frutos, pasto verde, agua cristalina que fluía por un riachuelo, flores de colores y ya algunas aves asomaban sus exquisitos plumajes.
Un aire de esperanza se acogió en su corazón; era un buen presagio y decidió seguir adelante no sin antes tomar un poco de agua que corría por el riachuelo. En ningún momento apaciguó su carrera ni su fuerza. Corría con un candor interno que parecía quemarla por dentro. No podía perder el tiempo y sabía que pronto llegaría a su destino.
Y no se equivocaba; días después de haber encontrado el oasis misterioso, se hallaba en la Montaña Solitaria, frente a un imponente y soberbio castillo. Ella no lo conocía, pero sabía que estaba siguiendo el camino correcto y que muy pronto encontraría lo que con tanto esfuerzo estaba buscando.
Había un viejo y enorme puente levadizo –el olor de la madera putrefacta llegaba a ella antes que la visión de las murallas-. Sin embargo, no estaba completamente abierto; por lo tanto, tuvo que apresurar su paso y saltar para poder entrar a un gran patio empedrado y que en medio tenía una bella fuente de piedra, pero no había ni gota de agua que corriera, ni un sonido tintineante que mostrara que la fuente estaba en uso. Todo el lugar era lóbrego, pero hermoso y arcano.
Comenzaba a caminar, buscando la entrada, cuando encontró un gran laberinto de árboles casi muertos, sus ramas secas le rasgaban el rostro y las vestiduras cuando comenzó a correr por entre los recovecos y callejones; no encontraba salida y la desesperación inundó su alma al tiempo que unas nubes grises cubrían el cielo; pero después de un tiempo, reconoció a lo lejos la salida del laberinto y la entrada a la fortaleza.
Entró decidida al primer salón del castillo pero no encontró ni rastro de vida en todo el lugar; después de vagar por salas, estancias, aposentos, salones y recintos, se dio cuenta de que una mano invisible encendía y apagaba las antorchas de las paredes, conforme ella caminaba.
IV.
Aragorn estaba sentado en el suelo del calabozo, cuando un viento frío recorrió la oscuridad hasta llegar a su rostro, que extrañado, se levantó lentamente. Su cuerpo comenzó a conturbarse y un sentimiento de fe inundó sus ojos.
Un silencio diferente y avasallador anegó el lugar y decidió levantarse rápidamente para percibir el sentimiento que se hacía presente y para que, a pesar del silente momento, escuchara la música y el lamento que lenta y suavemente se hacía escuchar en la lejanía. Sentía que alguien se acercaba con paso certero, mas no sabía quién o qué era... sabía que era su esperanza, su fuerza a seguir luchando contra aquello que lo tenía aprisionado.
V.
En un momento de su carrera, su corazón no encontró donde apoyarse y la desesperación se acogió en su alma; no encontraba ningún pasillo, hendidura o pasadizo donde meterse y hallar lo que sabía que estaba ya muy cerca.
Corría en todas direcciones alumbrándose con la antorcha, pero no había ningún indicio o rastro de puertas o pasillos que le ayudasen en su búsqueda.
De pronto cesó de correr y se detuvo como petrificada por un sentimiento extraño... oyó un lamento leve y suave, que poco a poco se escuchaba más claramente; su capa, su vestido y su larga cabellera de ébano comenzaron a agitarse fuertemente sin haber un solo soplo o brisa, y todas las llamas –incluyendo su antorcha- se apagaron súbitamente, quedando en penumbra.
El sonido era cada vez más claro y la luz menos perceptible, pero a pesar de eso, ella comenzó a caminar indubitablemente mientras escuchaba ese clamor insistente.
Comenzó a bajar unas oscuras escaleras que tiempo atrás no había percibido, y como alertada por un impulso interno, bajó rápidamente y con movimientos certeros. Al terminar las escaleras, inició el camino por un pasillo largo; parecía ser un gran laberinto de corredores, pero aún así, ella parecía saber qué transcurso tomar. Después de un rato de recorrer aquella maraña de callejones y pasadizos, vio en la distancia una luz tenue... apretó el paso y unos metros antes de llegar al lugar levemente iluminado, se paró como anticipando un sentimiento de victoria. En ese momento sus actos eran seguros y sin vacilación, y de esa misma manera, volvió a tomar el paso.
VI.
El sonido de clamor y lamentos, y a la vez de música dulce y clara, era cada vez más perceptible y cálida en el calabozo.
Aragorn caminaba de un lado a otro de la prisión, recorría el sonido en cada rincón de su cuerpo y vislumbraba la oscuridad con sus ojos grises. A cada instante sentía que una esperanza nacía en el interior de su alma; ya no había dolor ni cansancio, solo determinación y certeza.
De pronto, escuchó el sonido de la libertad, percibió el aroma de la emancipación, y por primera vez, su corazón brincó de júbilo.
Momentos después apareció Arwen en su capa y vestido gris rematado con un cinturón de hojas cinceladas en plata, y su níveo rostro adquirió un suave tono carmesí. Con nerviosismo, pero decisión, pronunció unas palabras en lenguaje antiguo para abrir –no sin dificultad- las puertas que la llevarían al lado de Aragorn. Él, por su parte, miraba con ojos encendidos a su libertadora, y mudo de emoción, demostró el sentimiento que lo invadía.
Al abrir la prisión, Arwen se lanzó a los brazos del joven también llamado Thorongil; y con sonrisas y miradas penetrantes se dijeron muchas cosas. Pero un segundo después, la elfa sintió de nuevo la presencia de su perseguidor; Aragorn, notando la angustia que la embargaba, la tomó de la mano comenzando a correr. VII.
Corrían por pasillos, salones y escaleras; unos lugares oscuros y otros con una luz tenue, pero todos con una carga misteriosa y maligna que sólo lograba apresurar el camino de las jóvenes. Sabían que los espías de Sauron estaban cerca.
Por fin salieron al patio empedrado, pero ya era de noche... Arwen seguía percibiendo ese ente pernicioso tras de si, y el Heredero de Isildur, con un nuevo coraje y bravura, se dispuso a correr con todas sus fuerzas.
Volvieron a andar los pasos de Arwen al pasar cerca de las Colinas de Hierro hasta llegar a Esgaroth, pasaron por veredas arboladas y claras, por lugares rústicos y tristes; pero no se detuvieron a descansar, y siguieron su camino para encontrar abrigo y protección en algún lado.
Arwen se encontraba terriblemente agotada, pero sus piernas seguras y firmes -como todos los de su raza- seguían corriendo y Aragorn la sostenía con sus brazos. Sus ojos grises ya no estaban apagados. Una nueva luz encendía con claridad su alma, y esa belleza que nunca perdió por completo, surgió de su cuerpo otra vez.
Ya habían pasado varios días desde que salieron del castillo, varios soles y lunas recorrieron la bóveda celeste. Ellos seguían corriendo, cuando a lo lejos advirtieron un risco alto e imponente como una atalaya; sin dudarlo, dirigieron su camino hacía ese lugar. Ya estaba oscureciendo, y al llegar observaron que una línea rojiza pintaba el horizonte lejano.
VIII.
De pronto, Arwen se inclinó hacia adelante consumida por un dolor que atacaba su pecho; y al momento que su compañero se acercaba a ayudarla, la presencia del mal de uno de los espías de Sauron se materializó ante sus ojos, tomando la forma de un enorme dragón rojo... sus ojos llameaban con odio, y sus terribles alas de muerte se extendían en el cielo cubriendo con nefasta oscuridad la pálida luna.
Arwen no se levantó del suelo, pero alzó su ardiente mirada, y exacerbada por la furia clavó sus ojos en aquella poderosa bestia. Aragorn la tomó por el brazo, y cuando se encontraba de pie, se abrazaron fuertemente. Como si le hubieran enterrado una estaca en el pútrido corazón de la bestia, éste comenzó a agitarse en el aire, dando golpes en el risco con sus alas.
Sus ojos amenazantes se movían de un lugar a otro, y su presencia absoluta hería profundamente a la joven. Pero en un instante en que tomó suficiente fuerza, y animada por Aragorn, giró su cuerpo hacia aquel monstruo amenazante... sus largos y llameantes cabellos se agitaron fuertemente, sus mejillas se encendieron al instante, y alzando sus dos manos al cielo, pronunció con voz clara, transparente e intimidante:
- Átaremmna i ëa han ëa na aire esselya aranielya na tuluva na care indómelya cemende tambe.
Al escuchar estas palabras, el dragón echó su cabeza hacia atrás... un agudo y estruendoso aullido salió de su garganta; de pronto viró su cuerpo hacia la joven elfa, y con su ala enorme y sanguinolenta, la golpeó y tiró unos metros detrás de Aragorn. Éste, por su parte, miró con indignación e ira a la repulsiva criatura, llevó su mano a un costado de su cuerpo y haciendo un movimiento rápido, sacó a Narsil, Fuego Blanco, llamada ahora Andúril, Llama del Oeste, forjada de nuevo por los herreros de los Elfos.
Al principio, la hoja de la espada –que tenía grabado el dibujo de siete estrellas entre la Luna creciente y el Sol radiante- pálida y argenta, se volvió negra y oscura; pero al momento siguiente en que Aragorn la levantó, una luz enceguecedora inundó al cielo. Al mismo tiempo, comenzó a decir:
-Erumande ámen anta síra ilaurëa massamma ar ámen apsene úcaremmar sív’ emme apsenet tien i úcarer emmen.
El dragón volvió a retorcer su enorme corpulencia y un grito de dolor inundó los cielos. Arwen, recuperando la poca fuerza que le quedaba, se levantó y avanzando hacia donde estaba su compañero, comenzó a pronunciar las fatídicas palabras hacia el dragón.
-Álame tulya úsahtienna mal áme etelehta uicullo násie.
Cada vez que repetían las frases, un nuevo vigor se apoderaba de sus cuerpos y mentes; y con cada palabra y cada destello de la espada, el dragón se debilitaba y enervaba... su cuerpo, antes poderoso y terrible, se desvanecía poco a poco con el sonido de las voces enérgicas de los dos héroes; los gritos desesperados de la bestia se escuchaban cada vez más fuertes y sólidos, pero era lo único que quedaba de él.
Cuando la voz de aquella criatura también se extinguió, dejaron de sentir esa presencia malévola. Se miraron el una al otro.
La sensación era serena, cálida; los ojos grises de Aragorn miraban con agradecimiento a Arwen... los dos estaban tranquilos, en la soledad del lugar, pero seguros de que todavía les quedaban muchas batallas por librar.

3 comentarios:

Oberon dijo...

Solo puedo decir :

A Elbereth Gilthoniel o menel palan-diriel, le nallon ( Oh Elbereth Iluminadora desde el firmamento mirando lejos, a ti imploro)

Imaginar a Arwen en esa situacion supone eso ... escribes excelente, no hace falta que te felicite, y estare al tanto de lo que escribes, de paso pondre si me lo permites, un enlace desde mi blog al tuyo.

Oberon.

Manuel Torres dijo...

Bueno aquí como te decía en otro mensaje, puedes hacercate muy bien a tolkien, inclusive aquí se ve como puedes imitarlo muy bien inclusive si tu quieres.. superarlo.. pero bueno.. lo que yo creo de este .. bueno yo lo llamaría.. parte editada del señor de los anillos.- me gusta mucho.. como describes paso a paso todo lo que acontece.. momento con momento a detalle.. muy bien podria ser un buen guion, pero yo creo que aquí te falto darle vida e identidad a los personas.. guion bueno.. pero no hay diálogos.. internos de los personajes.. claro esto hubiera echo mas largo tu escrito...pero vamos.. pudo quedar mejor..

Me gusta el guion..pero yo quería sentir a los personajes..

Hay un libro que en particular me gusto mucho como fue escrito..el libro es cristiano.. bueno.. pero ese no es el caso.. ni lo importante de que religion sea.. si no lo que dice su autora quien narra una autobiografia

se llama “hazme llorar señor” de cokie rodriguez.. es una novela.. donde nos lleva de la mano a su vida.. donde ella seva a radicar a los estodos unidos..y llega con su abuelita.. ella de sur America..

relta con detalle lo que vive cuando llega, su infancia, la escuela.. como empeiza a robar y juntarse en banditas, drogarse. hasta no poder mas.. el hospital, el reclusorio de niñas. lo que pasa, su prostitución al salir, su hijo.. y sin embargo nada la hacia cambiar..ese carácter.. y es cuando.. bueno ya no sigo.. una novela conmovedora, fuerte.. que te mantiene sosteniendo el libro con gran intriga, curiosidad ycasi viviendo lo que vive su autora.. hazme llorar.. señor, me encanto.. y yo creo que esto lo puedes hacer tu.. esto y mucho mas.. vas por buen camino.. excelente.. trabajo.. te felicito...

AXEL dijo...

magnífica historia, me encantaría conocerte, soy apasionado por las letras y en especial del Ave Fénix, maraivillosa y enigmática ave,

Me encanta,

Besos,

Axel