03 marzo 2009

MI MALDICIÓN

Creía estar dormida, pero en realidad deambulaba sin rumbo fijo… Miré a mí alrededor, era un paraje oscuro y desértico. Sentía que mi mente estaba perdida, con intermitentes flashazos de conciencia y razonamiento. De pronto comencé a percibir olores que antes no; mi vista se agudizó en la oscuridad, observando detenidamente el lánguido aletear de una mariposa perdida; mi oído se hizo tan fino, que pude escuchar el sonido casi imperceptible de su respiración… Su respiración, armoniosa, pausada, tranquila y desenfadada. Había algo en esa respiración que hizo que mi corazón palpitara vigorosamente, mis pupilas se dilataran al extremo de casi desaparecer, mi aliento fuera y viniera entrecortadamente, mi pecho se inflamara en un intento de mi alma de salir y callar esa respiración… su respiración.
Mi cuerpo comenzó, primero a caminar, después a correr con desesperación, buscando el origen de esa respiración. Ahora también me dejaba llevar por su olor, un olor fuerte a hombre, a sudor… a miedo… A lo lejos escuchaba sus pasos ahora rápidos y escurridizos. Pero su propio terror lo traicionó, y pude escuchar un golpe seco cuando su cuerpo cayó entre unas hojas secas. El sonido de su piel rozando las hojas y la tierra húmeda de aquel lugar, su respiración alterada y sus jadeos desesperados no hacían otra cosa que excitar mi paso.
Al llegar a ese rincón del bosque, pude percibir el olor a viejo, húmedo y rancio de los árboles; algunos frutos secos que cayeron de las ramas se mezclaban miméticamente con las hojas verduzcas y pardas… Y ahí, entre toda esta gama de olores, colores y texturas, ahí estaba su cuerpo tendido en la tierra. Sus manos se apoyaban temblorosas en el suelo… yo escuchaba su aliento cálido y entrecortado, desesperado… Corrí como una bestia a su encuentro y vi el terror sembrado en sus ojos… Y tenía razón.
Tome su cuerpo con fuerza, y al hundir mis dientes en su piel, un placer extraño recorrió mis entrañas; vi hilos magenta de sangre escurrir lentamente y sus ojos perderse en el horizonte infranqueable de su muerte inminente… Ya estaba hecho…
Mis brazos soltaron lentamente su cuerpo inerte; ya no sentía esa fuerza que momentos antes inundaba mi ser… Esa sed de sangre y venganza se desvanecía, mi respiración se tornaba pausada. Con terror observé el cuerpo tendido a mi lado. Al principio no entendía nada, ¿Por qué estaba ahí? ¿Qué había sucedido?...
Al ver con más detenimiento a ese infortunado hombre, lloré desconsoladamente… ¿Cómo había podido pasarle esto?... mi vida, mi hombre estaba ahí, sin vida y con una mirada de terror en sus ojos perdidos…
Pero comencé a recordarlo todo… lo que temía noche a noche, la maldición que se cernía sobre mi cabeza, me había alcanzado… Y ahora que veía desesperada el cuerpo de mi amado, la furia llenó mi corazón roto…
Desde esa noche, juré a la luna y a la oscuridad que cazaría, torturaría, mataría y destrozaría a todo aquél que se había interpuesto entre nosotros… Mi maldición, sería su maldición también…


Aaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuuu

No hay comentarios.: